SOMOS LIBRES PARA SERVIR A DIOS
Todos gozamos de la libertad que Dios nos ha otorgado para tomar decisiones en cuanto a cuestiones morales; decisiones que afectan no solo a nosotros mismos, sino también a los demás. Cuando pensamos en general acerca de dicha libertad, pensamos en la capacidad de decidir cuáles cosas debemos hacer y cuales cosas no. Eso es ciertamente uno de los aspectos de la libertad moral. Pero las cosas en las que decidimos basar nuestra vida, afectan también el tipo de persona que vamos a ser. Cada uno de nosotros se convierte en el tipo de persona que quiere ser a través de un proceso de auto-realización que funciona de acuerdo a las decisiones que tomamos durante nuestras vidas. Por lo tanto, la libertad de tomar decisiones en cuanto a lo moral, es la libertad de decidir en qué tipo de persona nos vamos a convertir; es la libertad que tenemos para definir nuestra auto-realización.
Al enfrentar un sinfín de decisiones a tomar que afectarán no solo a nosotros mismos, sino a los demás, y al encontrarnos ante la verdad de que las decisiones que tomemos definirán el tipo de persona en que nos vamos a convertir, entonces nos preguntamos: ¿Qué debo hacer? ¿En qué tipo de persona me debo de convertir?
El anhelo por entender lo que debemos hacer y por saber en qué tipo de personas nos debemos convertir, es lo que a final de cuentas genera en nosotros el deseo de ajustar nuestras decisiones y por ende nuestras vidas a aquello que Dios quiere de nosotros. Por lo tanto, Dios nos otorga libertad moral, y nosotros deseamos conformar el ejercicio de esta libertad moral para que se ajuste a aquello que Dios quiere para nosotros.
En la Epístola a los Gálatas, San. Pablo dice:
“…ustedes han sido llamados a la libertad … háganse servidores los unos de los otros por amor, porque toda la Ley alcansa su plenitude en un solo preceptoL Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Gálatas 5:13-14.
Aquí San Pablo reconoce que tenemos la libertad de tomar nuestras propias decisiones en cuanto a lo moral, pero también nos exhorta a ajustar el ejercicio de nuestra libertad a aquello que Dios quiere para nosotros amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos; San Pablo nos exhorta a ajustar nuestras decisiones y por lo tanto nuestras vidas, a aquello que Dios quiere para nosotros través del servicio mutuo. ¿Pero cómo hemos de servirnos los unos a los otros? Como Dios nos ha dado la libertad de tomar nuestras propias decisiones morales y por lo tanto la libertad de decidir en qué tipo de personas nos vamos a convertir, Él no ha pre-determinado para nosotros cuales decisiones tomar; Él no ha pre-determinado para nosotros como hemos de practicar el servicio mutuo. Por lo tanto, cuando se trata de cómo debemos servir los unos a los otros, la cuestión no es cómo Dios quiere que nos sirvamos los unos a los otros. Más bien la cuestión es como nosotros, al ejercitar nuestra imaginación, en el uso de nuestra libertad, determinamos como servir los unos a los otros.